Articulo Clasicos (2024)

Articulo Clasicos (1)

Trabajo y Sociedad
Indagaciones sobre el empleo, la cultura y las prácticas políticas en sociedades segmentadas

Nº 5, vol. IV, septiembre-diciembre de 2002, Santiago del Estero, Argentina
ISSN 1514-6871

Elproceso de conocimiento en las teorías de Marx, Durkheim y Weber:

latesis de la discontinuidad radical *

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Celia Duek y Graciela Inda

Universidad Nacional deCuyo-CONICET

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Introducción

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Nadiediscute que Marx, Durkheim y Weber son los teóricos que colocan las piedrasfundamentales que jalonarán gran parte de los estudios posteriores en el campode la ciencia social. Es más, como sostiene Portantiero, después de la“sociología clásica” poco se ha avanzado en cuanto a grandes líneas teóricas.

Perono es solamente por la significación que sus ideas han tenido en los desarrollosteóricos ulteriores de la disciplina que se los considera clásicos sino tambiénporque pueden ser distinguidos de los grandes pensadores de la filosofíapolítica, económica y social moderna. Lo que diferencia las teorías de losclásicos de las de esos pensadores, algunos de los cuales han sido denominados“padres fundadores”, es su pretensióncientífica. Si las ideas de unos pueden enmarcarse en lo que se llamaríauna filosofía social o ética, valiéndose en general de un fuerte componentenormativo o, en otras palabras, atravesadas por el “deber ser”, las teorías dela sociología clásica se formulan comocientíficas, como ciencias de realidad. Muestran una preocupación por lacuestión del objeto y método: interés por definir el objeto de la disciplina,construir conceptos rigurosos, establecer reglas metodológicas. La sociologíapara Durkheim y Weber es, en tanto ciencia de la realidad social, una “cienciaempírica”.

Porun lado, están quienes defienden la “unidad” de la sociología, considerandoa Marx, Weber y Durkheim como los tres“clásicos” de esta disciplina científica, y tomando sus aportes como igualmenteválidos para la construcción de la ciencia social. Desde esta posición,emparentada con el eclecticismo, suele sostenerse que las teorías de losclásicos de la sociología, así como las de las corrientes a las que ellos danorigen, no son necesariamente irreconciliables.

Enotras perspectivas se sitúan quienes distinguen entre “sociología” y“marxismo”, postulando la irreductibilidad de ambos enfoques. La diferenciacióno el distanciamiento del marxismo de aquello que ha sido denominado como“sociología” se ha efectuado desde distintas ópticas y con intencionesdiversas.

Puedetomarse a Pierre Bourdieu como uno de los exponentes de la primera posición. Elautor de “Sociología y cultura” se resiste a encasillarse en una corriente,oponiéndose a la “etiqueta clasificatoria” que ubica a cada autor como“marxista”, “weberiano” o “durkheimiano”, y explica que lo que él hace esrecurrir a los distintos autores para pedir ayuda momentánea. Propone superarlas “falsas opciones” de la sociología (en las que encuentra un fundamentosocial pero no científico) integrando elementos de las distintas teorías. Lapretendida oposición entre los tres clásicos -afirma- enmascara la unidad de lasociología: el antagonismo permite su propia superación.

Detrásde la diversidad de enfoques hay para Bourdieu una ciencia única. El desafíoconsiste en integrar en un mismo sistema conceptual las aportaciones teóricasque la historia o el dogmatismo han separado. El progreso de la ciencia sólo esposible a veces “[...] con la condiciónde comunicar teorías opuestas, que enmuchas ocasiones se han constituido unas contra otras. No se trata de realizaresas falsas síntesis eclécticas que han causado tantos estragos en lasociología. Dicho sea de paso, la condena del eclecticismo con frecuencia haservido como excusa para la incultura: resulta tan fácil y cómodo encerrarse enuna tradición; desgraciadamente, el marxismo ha cumplido muchas veces estafunción de seguridad perezosa. La síntesis sólo es posible a costa de uncuestionamiento radical que conduce al principio del antagonismo aparente”<![if !supportFootnotes]>[1]<![endif]>.

Esdesde concepciones como ésta que se habla, por ejemplo, de una “tradiciónsociológica clásica” con características peculiares que la distinguen de lasociología contemporánea (Dubet), o que se afirma, por ejemplo, que Weber“realizó la intención marxista en algunos campos”.

Lostrabajos de Jeffrey Alexander también se caracterizan por esta intención“integracionista” cuando aplauden a la nueva “generación joven” de la teoríasociológica por no estar comprometida con ningún bando en la batalla teóricaentre marxismo y funcionalismo, empeñándose por “[...] cerrar la dialéctica, por brindar un ‘tercer camino’ queaproveche lo mejor de ambos bandos”<![if !supportFootnotes]>[2]<![endif]>;desarrollando una “teoría sintética” que incorpore las teorías parciales enlugar de proseguir la “guerra entre escuelas”.

Sedistingue de esta posición ecléctica, como se ha dicho, la de quienes conobjetivos diversos oponen marxismo y sociología. Cuando la diferenciaciónproviene del funcionalismo, suele tratarse de enfoques que niegan el caráctercientífico de la teoría marxista, excluyéndola así del ámbito de la sociologíaen tanto ciencia de la realidadsocial.

Expresionesfrecuentes en investigaciones actuales como “el debate entre la sociología y elmarxismo” o “el diálogo y la confrontación de la sociología con las ideasmarxistas” ponen en evidencia que se piensa en entidades distintas; y enciertos casos, que se considera al pensamiento marxista como algo exterior a laciencia social.

Perola separación entre marxismo y sociología puede adquirir en otros discursos unsentido distinto. Cuando por ejemplo J.C. Portantiero se refiere a lasociología clásica como disciplina que nace en el siglo XIX como respuestaconservadora a una situación de crisis, con las teorías de Durkheim y Weber, noestá ignorando la importancia de Marx. Por el contrario, lo está señalando comofundador de la vertiente antitética, lo está situando en contraposición a latradición sociológica clásica que se vincula íntimamente “con los objetivos deestabilidad social de las clases dominantes”, y a la que denomina “sociologíadel orden o del equilibrio”. El adversario de la sociología en su madurez (Durkheim,Weber) es el marxismo -sostiene. La sociología surge como un intento por “[...] oponer una nueva ciencia de lasociedad al fantasma del socialismo...”<![if !supportFootnotes]>[3]<![endif]>.

TambiénLaurin Frenette, desde una óptica marxista, traza líneas de demarcación clarasentre sociología y marxismo. Caracteriza a la sociología funcionalista como“seudo-ciencia social burguesa”, enfrentándola al marxismo que como sistema deconstrucción e interpretación de los hechos sociales constituye la únicaalternativa válida a aquella formulación sociológica de la ideología dominante.

Nuestraposición, y es lo que intentaremos demostrar en este trabajo haciendo eje enlas diferencias existentes entre las formas de causalidad y las concepcionesdel proceso de conocimiento de cada uno de los discursos considerados clásicos,es que no se puede - en rigor - hablar de “LA” sociología puesto que no hay unaunidad o cohesión de los distintos sistemas teórico-metodológicos que autoriceel uso de la expresión.

Enese sentido, LA sociología en generalno existe; existen en cambio desarrollos teóricos de un valor científicocualitativamente distinto (según haya predominio de elementos científicos oideológicos), que se articulan en lógicas internas unificadoras (problemáticas)distintas, y que encuentran sus bases en general en las teorías de Marx,Durkheim o Weber.

La tesis de ladiscontinuidad cualitativa entre los discursos de los “clásicos de lasociología” conduce de inmediato a plantear la cuestión de la especificidad decada uno de ellos tanto en lo referido a su problemática o sistema de preguntasy su objeto como a su forma de causalidad y sistema de verificación.

Aquí, con elpropósito de poner en evidencia la radical discontinuidad al interior de lapretendida “sociología clásica”, nos centraremos en analizar el modo en quecada uno de esos desarrollos teóricos relaciona el objeto de análisis con larealidad empírica. En otras palabras, nos proponemos delimitar el método ocamino del conocimiento y la forma de explicar lo social (explícita o implícita)característica de los textos de Marx, Durkheim y Weber con el objeto deilustrar en este campo preciso la distancia insalvable que existe entreellos.

No setrata de una tarea menor: los modos diferenciales de explicación causal o dedeterminación de los “fenómenos sociales”, lejos de ser una cuestión meramente“técnica” o “metodológica” pone en juego concepciones de la sociedad y lahistoria.

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Durkheim

Enprimer lugar hay que observar que cuando Durkheim se propone sistematizar las“reglas acerca de la explicación de los hechos sociales” es evidente que lasentidades que intervienen en el proceso que se representa son necesariamente“hechos” o “fenómenos”, es decir “acontecimientos”. La relación es siempre unarelación lineal entre dos “hechos sociales”, una relación de causa-efecto. Setrata siempre de un hecho social (efecto) explicado por otro hecho social(causa). Esta forma de causalidad o de relación causal entre fenómenos que sesitúan en un mismo espacio plano y hom*ogéneo puede ser llamada causalidadmecánica transitiva, y representarse con la fórmula a => b.

ParaDurkheim la determinación de las causas (y no, por ejemplo, la de lasfunciones) es el modo típico de la explicación sociológica. “[...] La explicación sociológica consisteexclusivamente en establecer relaciones de causalidad, trátese de vincular unfenómeno con su causa, o por elcontrario una causa con sus efectos útiles”<![if !supportFootnotes]>[4]<![endif]>.

Unavez señalados los términos de la relación puede profundizarse en el carácter deestos términos. Contra toda explicación psicologista, Durkheim insistereiteradamente en el carácter socialde la causa de un hecho social. Tenemos una relación entre hechos o fenómenos, bien,pero además estos hechos son siempre hechos sociales.La regla, formulada con precisión por Durkheim, postula: “debe buscarse lacausa determinante de un hecho social entre los hechos sociales antecedentes, yno entre los estados de la conciencia individual”<![if !supportFootnotes]>[5]<![endif]>.

Deeste modo, esa negación a explicar lo social por fenómenos psíquicos, relativosa la naturaleza humana o por factores individuales pone en cuestiónconcepciones como la de Comte, según la cual el progreso que domina la vidasocial depende de algo psíquico: la tendencia que impulsa al hombre adesarrollar cada vez más su naturaleza. O también la de los economistas quefundamentan la vida económica en el “deseo de riqueza”. O, por qué no, losfundamentos de toda sociología de la acción (para la cual la acción individuales fundadora del hecho social).

A lavez, el rechazo a toda explicación subjetivista basada en la intención delactor es coherente con el principio de obligatoriedad y exterioridad de losocial según el cual los hechos sociales presionan desde fuera a lasconciencias, sobrepasan al individuo.

Desechadoel individuo -razona Durkheim- sólo queda la sociedad. Entonces, la explicaciónde la vida social debe buscarse en la naturaleza de la sociedad misma. Elorigen de los fenómenos no es psicológico porque la sociedad no es la suma deindividuos, sino que de la asociación resulta algo específico, una“individualidad psíquica de un nuevo género”, si se quiere. En ésta y no en losindividuos particulares hay que buscar la causa de los hechos sociales.

Comogeneralmente las instituciones sociales son heredadas de generacionesanteriores y no producidas por nosotros mismos, para conocer sus propiedades ocausas no se puede apelar a un procedimiento mental, no se trata de “tomarconciencia”; se necesita de laobservación y experimentación. El actor y la conciencia constituyen en elsistema de Durkheim variables dependientes, ocupando como se ha dicho un lugarsecundario, en tanto que están determinados por hechos sociales materiales einmateriales.

Otrade las características de la fórmula lineal simple que representa la relacióncausal en este pensamiento es la unicausalidad,que se emparienta con el principio de determinación (necesaria y suficiente) ycon la formulación de leyes. Las causas son siempre en Durkheim causasdeterminantes, oponiéndose a las consideraciones en favor de la pluralidad delas causas. “A un mismo efecto corresponde siempre una misma causa”, es una desus reglas.

Puedesospecharse que, paradójicamente, esta regla más que surgir de la “observación”de la naturaleza de las cosas se deriva de una necesidad o requisito delestudio científico. En efecto, el autor subraya que quien considera que unmismo consecuente no siempre es resultado de un mismo antecedente y que puederesponder en ciertos casos a una causa y en otros a otra, despoja al vínculocausal de toda determinación, “[...] lohace casi inaccesible al análisis científico; pues introduce tal complicaciónen el entrelazamiento de las causas y los efectos que el espíritu se pierde sinremedio en la maraña. Si un efecto puede derivar de causas diferentes, parasaber lo que lo determina en un conjunto de circunstancias dadas seríanecesario que la experiencia se realizase en condiciones de aislamientoprácticamente imposibles, sobre todo en sociología”<![if !supportFootnotes]>[6]<![endif]>.

Esta conexión necesaria entre dos fenómenos da la posibilidad entonces deestablecer leyes precisas. Por elcontrario, esta posibilidad está cerrada si se sostiene el principio deindeterminación, con lo cual se nos priva de la deducción científica como formade razonamiento.

Muchasveces -dice- se afirma que un mismo fenómeno se explica en ciertos casos poruna causa y en otros por otra porque en realidad no se ha advertido que se estáno ante un mismo fenómeno sino ante fenómenos diferentes. Es decir, la aparentepluralidad de causas es síntoma de una verdadera pluralidad de efectos. Porejemplo, las distintas causas de suicidio se deben a que hay distintos tipos desuicidio.

Finalmente,para poder comprobar la existencia de una relación causal entre fenómenos, elsociólogo francés apunta a un método orientado a mostrar el vínculo interno, eldenominado “método de las variaciones concomitantes”, que se vale no sólo de laobservación sino también de la deducción y, se podría agregar, de la teoría. Elmétodo experimental por sí sólo no permite obtener una relación de causalidad:los resultados a que conduce deben ser necesariamente “interpretados”.

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Weber

Diltheybasa la distinción entre las ciencias físicas y las de la cultura en laheterogeneidad del objeto y la consecuente diversidad de procedimientos: lasprimeras buscan la explicación de los hechos mientras que las segundascomprenden significados. Weber, en cambio, entiende que la “comprensión” no esun procedimiento que ocupa en las ciencias sociales el lugar que la“explicación” tiene en las ciencias naturales (desplazando una a la otra).Comprensión interpretativa del sentido de una acción y explicación causal noson en las ciencias sociales alternativas excluyentes sino que se complementan:a partir de la comprensión de significados se elaboran hipótesis que requierenindefectiblemente de la verificación mediante el método de la imputacióncausal.

Sucedeque la explicación causal de lo social, al presuponer la comprensión de losmotivos de la acción, cobra ventajas respecto de la explicación de fenómenosfísico-naturales. Lo que es propio del conocimiento sociológico, “lacomprensión de la conducta de los individuos partícipes”, está negado a lasciencias naturales (no podemos comprender, por ejemplo, el comportamiento delas células).

Aldefinir la sociología como “[...] unaciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esamanera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos”<![if !supportFootnotes]>[7]<![endif]>,Weber introduce los dos elementos: comprensión (interpretación) y explicación.

Ahorabien, como en Durkheim, la relación causal es una relación entre elementos ocomponentes de la realidad (en Weber lo que se enlaza son en general“significados”, sentidos de las acciones), pero a diferencia de aquel, loshechos que intervienen en el advenimiento de un determinado proceso soninfinitos, operando una selección por parte del investigador. Un eventoindividual responde a una multiplicidad de causas, y nada hay en las cosasmismas -dice Weber- que nos indique cuáles hay que considerar. La delimitaciónentonces está ligada al punto de vista del investigador, a las ideas de valorculturales con que éste aborda la realidad. Son estas ideas de valor quedominan al investigador y a su época las que determinan qué pasa a ser objetode la investigación y qué conexiones causales revisten interés y significación.La explicación se restringe así a una serie finita de elementos, concentrándoseen ciertas relaciones abstractamente aisladas de otras posibles.

Algunosanalistas interpretan esto como una sustitución de la relación causal típica-relación de determinación necesaria- por una relación de condicionamiento, enla medida en que diversos órdenes de explicación, asociados a la diversidad depuntos de vista, se tornan posibles. En opinión de Rossi, “[...] Weber realiza el abandono del modelo clásico de explicacióncausal y el pasaje a un esquema de explicación que ya no es causal sino, antesbien, condicional. Cuando ponen de manifiesto una serie finita de fenómenos-diversa de acuerdo con el punto de vista de la investigación-, de la cualdepende un cierto fenómeno considerado en su individualidad, las cienciashistórico-sociales no establecen sus factores determinantes sino quedeterminan un cierto grupo de condicionesque, junto con otras, lo vuelven posible”<![if !supportFootnotes]>[8]<![endif]>.

Loque resulta significativo en este análisis de la “causalidad múltiple” de Weberes que pareciera que desde tal concepción no fuese posible establecer unajerarquía en el conjunto de factores causales significativos que explican loesencial de un acontecimiento. No habría componentes de mayor o menor eficaciaen la constelación, todos se situarían aparentemente en el mismo plano.

Cuandoen los “Estudios críticos” polemiza con Eduard Meyer, representante del antideterminismo que destaca el papelque desempeña en la historia el “libre albedrío” (las decisiones “libres” depersonalidades concretas) y el “azar”, en realidad lo que hace al corregirlo esdelinear la metodología de explicación causal que le servirá luego paracriticar la posición contraria: la de Marx, que para él representa el determinismo.

Por otro lado, lacuestión de la causalidad se compleji*za si se tiene en cuenta la diferenciaestablecida por Weber entre conocimiento histórico y conocimiento sociológico.El conocimiento de lo general, de las regularidades de las conexiones causales,no es válido por sí mismo pero es esencial como medio para la imputación causalde fenómenos individuales y por esto los historiadores deben recurrir a estesaber nomológico; es un elemento clave de los juicios de posibilidad objetiva.

En la lectura que hace Raymond Aron de Weber esta tensiónentre el conocimiento de lo particular y el conocimiento de lo general,referida a la relación causal, se traduce en una distinción que habría en Weberentre “causalidad histórica” y “causalidad sociológica”. Mientras que laprimera se refiere a las circunstancias únicas que provocan un acontecimientosingular, la segunda consiste en la búsqueda de relaciones regulares entrefenómenos, de tipo probabilísticas. Ambas formas de causalidad son solidarias:la rigurosidad del análisis de la causalidad histórica depende de su recurso aproposiciones generales.

Resumiendo, la causalidad en Weber asume laforma de una relación entre hechos históricos (acontecimientos singulares), queafirma la pluricausalidad de los fenómenos de la cultura, y que si bien undeterminado efecto es co-causado por una cantidad inagotable de elementos, elinvestigador hace un “recorte” de ciertos factores en virtud de unainterpretación de valor. Ahora bien, esta selección de algunos componentescausales desde determinado punto de vista ... ¿significa que el conocimiento delo histórico (de las conexiones causales) es subjetivo y entonces jamás puedeser “absoluto e incondicionalmente válido”? La respuesta de Weber es no. Sibien en la delimitación del objeto y de los elementos determinantes decidenrelaciones de valor, que varían históricamente, la relación causal debe ser comprobada y demostrada mediante un proceso de pensamiento en el que participanciertas operaciones lógicas. Es el procedimiento de la imputación causal queWeber expone detalladamente.

Brevemente.El procedimiento para establecer la significación causal de un elementoparticular dentro de la totalidad de momentos que debieron estar dispuestos decierto modo y no de otro para que tenga lugar determinado resultado, no es empírico: la simple observación del curso de los acontecimientos no sirve para talcomprobación. Por el contrario, el procedimiento contiene una serie de abstracciones.

Enefecto, el proceso hipotético -que consiste en construir modelos imaginariospreguntándose qué hubiera pasado si talelemento causal singular no hubiese estado presente, cuáles hubieran sido losresultados del proceso- se funda en lo que Weber llama juicio de posibilidad objetiva, que son esas afirmaciones sobre loque habría sucedido en caso de eliminación o modificación de determinadascondiciones. La comparación entre el proceso real y el hipotéticamenteconstruido permite inferir el grado designificación causal del elemento modificado (en qué medida éste ha sido“operante”), que será mayor cuanto mayor sea la diferencia entre ambosprocesos.

Hastaaquí, una de las vertientes de la abstracción: el análisis y aislamientoconceptual de componentes, pero la imputación causal también se vale de lageneralización - explica Weber. El juicio de posibilidad se formula en base a“reglas universales de experiencia”, reglas del acaecer que conforman elconocimiento nomológico. Son estas reglas, en las que se incluye el elemento encuestión, las que dan validez a las conclusiones sobre su eficacia causal. Para Weber, una explicacióncausal de un hecho concreto no representa nunca un simple registro de lo“previamente dado”, sino que es una “formación conceptual categorialmenteconstituida”.

Todoeste argumento acerca de la abstracción está orientado a concluir que “todo nuestro ‘conocimiento’ se relacionacon una realidad categorialmente construida, y que, por lo tanto, la‘causalidad’, por ejemplo, es una categoría de ‘nuestro’ pensamiento”<![if !supportFootnotes]>[9]<![endif]>.

Consus análisis de la relación entre ética protestante y capitalismo Weber intentarefutar la explicación materialista de la historia. Pretende superar lainterpretación marxista aduciendo que el modelo causal que él propone, por unlado, no procede en una única dirección, sino que hace lugar a lasinterrelaciones entre economía, religión, política, estratificación, etc.; ypor otro lado, no lo explica todo por el condicionamiento económico.

Enpocas palabras, contra la interpretación materialista de la sociedad y lahistoria, el modelo de explicación causal de Weber se proyecta no-monista yno-unidireccional.

Recordemosen unas pocas líneas lo esencial de la explicación de Weber, que vincula elsistema ideológico de la ética protestante no directamente a las estructurasdel sistema capitalista sino a otro sistema de ideas: el espíritu delcapitalismo. El sistema de normas y valores que constituye el ascetismointramundano (que incluye el calvinismo) lejos de rechazar el mundo, urge a loshombres para que trabajen en él de modo que puedan alcanzar la salvación. Setrata de un sistema ético que valora el ser laborioso, el aprovechamiento deltiempo, el incremento de la riqueza y el éxito económico. De este modo, el protestantismodestruye todos los obstáculos que la ética tradicional pone a la aspiración ala riqueza, que deja de situarse en el espacio de la ambición individual y sedesplaza al campo de los imperativos éticos. El afán de lucro (no en cambio elgoce despreocupado de la riqueza ni el consumo de artículos de lujo) no sólo esasí legalizado sino que se convierte en un precepto divino. Esta ética centradaen la valoración del trabajo incesantetiene como consecuencia imprevista la formación del espíritu necesario para laexpansión capitalista. Este espíritu -resultante de la coacción para el ahorrovía estrangulación del consumo y de las trabas a la ambición de lucro- es unelemento decisivo para la formación de un capital, que, según esos mismospreceptos, debe invertirse en producir.

Podemosver ahora en qué consiste ese doble distanciamiento que persigue Weber: tantodel monismo causal como de la unidireccionalidad de las relaciones. Cuandocentra su atención en el efecto del protestantismo en el nacimiento delespíritu capitalista está observando sólouno de los múltiples aspectos dela cadena causal (interviene aquí un proceso de selección determinado -como seha visto- por el interés histórico). El ascetismo cristiano como base religiosaes uno de los factores con eficaciacausal en este proceso histórico, no elúnico.

Eldesarrollo del sistema capitalista necesitó, además de esos ideales religiososimportantes para la formación de una mentalidad económica, de ciertosrequisitos económicos, tales como un mercado libre con demanda amplia yestable, tecnologías baratas, fuerza de trabajo libre y disciplinada, técnicasde contabilidad racionales y comercialización de la vida económica; y derequisitos no económicos: un Estado moderno con todos sus componentes, underecho racional, ciudades, ciencia y tecnología moderna. En síntesis, suconcepción no es monista -desde su perspectiva- porque no hay determinación dela sociedad por un elemento decisivo(económico, político o religioso).

Sinembargo, más allá de estas declaraciones y en atención a la problemáticaíntima, habría que preguntarse si en Weber no existe una causa última “oculta”que está en la base tanto del espíritu del capitalismo como de la éticaprotestante, tanto del desarrollo del mercado como de la burocracia: la razón.De hecho, en los pliegues del discurso de Weber está incrustada laracionalización como el motor del desarrollo histórico.

Almismo tiempo, la causalidad weberiana se pretende no unilateral porque sugiereestudiar las influencias recíprocas entre los fenómenos históricos, investigarla relación inversa. Por ejemplo, “[...]cómo el ascetismo protestante fue influenciado a su vez en su desenvolvimientoy características fundamentales por la totalidad de las condiciones culturalesy sociales, singularmente económicas, en cuyo seno nació”<![if !supportFootnotes]>[10]<![endif]>.

“La ética protestante y el espíritu delcapitalismo” (1904/1905) concluye con la siguiente idea. “Nuestra intención no es tampoco sustituiruna concepción unilateralmente ‘materialista’ de la cultura y de la historiapor una concepción contraria de unilateral causalismo espiritualista.Materialismo y espiritualismo son concepciones igualmente posibles, pero comotrabajo preliminar; si, por el contrario, pretenden constituir el término de lainvestigación, ambas son igualmente inadecuadas para servir la verdadhistórica”<![if !supportFootnotes]>[11]<![endif]>.

Sitodo el argumento de “La ética...” está orientado a impugnar el punto de vista materialista (en una clara batallateórica contra Marx), esta salvedad hecha al final del texto en unos pocosrenglones es utilizada por Weber para evitar que se considere a su discurso undiscurso idealista.

Partiendode la idea de que en todo desarrollo teórico, científico o ideológico, subyaceuna posición filosófica, y de que el sistema weberiano no está exento de esto,por lo tanto presupone también una toma de partido en filosofía, podemosreplicar su afirmación con la tesis leninista de la división del campo de lafilosofía en dos grandes bloques: materialista e idealista.

SegúnAlthusser, con esta tesis de “Materialismo y empiriocriticismo” Lenin “[...]tira por la borda todos los matices,todas las distinciones, las finezas, todas las sutilezas teóricas por lascuales la filosofía trata de pensar su ‘objeto’: no son más que sofismas,distingos, argucias de profesores, acomodaciones, compromisos cuyo sóloobjetivo es ocultar el engranaje real del debate en el que está comprometidatoda la filosofía: la lucha de tendencia fundamental entre el materialismo y elidealismo. Como en política, no hay tercer camino, medias tintas, posicionesbastardas. No hay en el fondo sino idealistas y materialistas. Todos los que nose declaran abiertamente tales son materialistas o idealistas‘vergonzantes’...”<![if !supportFootnotes]>[12]<![endif]>.

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Marx

Desdela lectura althusseriana, uno de los grandes méritos de Marx lo constituye eldescubrimiento de una nueva forma de causalidad, de una nueva manera de pensarla determinación de los fenómenos, cualitativamente distinta -podríamosagregar- a la de Durkheim y Weber. Esta nueva forma es designada por Althussercon el concepto de causalidad estructural.

Mientrasque las formas de causalidad estudiadas hasta ahora, propias de los discursosdurkheimiano y weberiano, implicaban relaciones entre fenómenos o hechoshom*ogéneos (uno/s causa/s y otro efecto), situados a un mismo nivel, la nuevaforma de causalidad presentada por el marxismo hace jugar no simples elementosde igual jerarquía sino “estructuras” y elementos de ellas. La causalidadestructural marxista designa la eficacia de una estructura sobre sus elementoso instancias componentes y de una estructura dominante sobre otra subordinada.

Lateoría marxista trata de explicar los fenómenos por la complejidad de laestructura. En el caso por ejemplo de los fenómenos económicos, hablar decausalidad estructural significa reconocer que éstos se encuentran determinadospor la estructura (global) del modo de producción: ella determina la estructura(regional) que corresponde al nivel económico (la unidad de las fuerzasproductivas y las relaciones de producción) y determina a la vez los fenómenosde esta estructura (“hechos” económicos).

CuandoMarx dice que en toda sociedad es una producción determinada y sus relacionesla que determina a todas las otras formas de producción, y describe esto comouna “iluminación general donde están sumergidos todos los colores” que modifica las tonalidades y el pesoespecífico de cualquier objeto allí presente, está designando un modo de presencia de la estructura en susefectos, lo que no es otra cosa que la propia causalidad estructural o“determinación por una estructura”.

Losconceptos de “causalidad estructural”, “sobredeterminación” y “desplazamientode la dominancia” introducidos por Althusser en su lectura de Marx (lecturaactiva que se define como “sistema de producción”) constituyen para nosotros laclave para pensar la complejidad de las relaciones entre las instancias deltodo social en la perspectiva marxista.

Denuevo, la historia y la sociedad no se explican por las relaciones entreacontecimientos; es necesario remitirse, en principio, a la estructura del modode producción dominante en la formación social en cuestión. Ahora bien ¿cómo esesta estructura?, ¿cuáles son las instancias del todo social complejo y cómoson las relaciones entre ellas?

Segúnse ha visto, Marx representa su concepción de la sociedad con una figura: lametáfora del edificio. La estructura de toda sociedad está compuesta pordiferentes “niveles” o “instancias”: uno de ellos es la base, que corresponde ala infraestructura económica (unidadde las fuerzas productivas y las relaciones de producción); los otros niveles o“pisos” que se erigen sobre ella forman parte de la superestructura y son el jurídico-político (el derecho y el Estado)y el ideológico (las diferentes regiones de la ideología: religiosa, moral,estética, jurídica, política, filosófica, etc.).

Estametáfora espacial, aun siendo descriptiva, es de gran utilidad porque distingue realidades (prácticaeconómica, práctica política, práctica ideológica), pero además porque distinguealgo más importante aún: su eficaciay su dialéctica, es decir, lasrelaciones de determinación que existen entre ellas.

Alsugerir que los pisos de la superestructura no se sostendrían si no descansaransobre esa base que es la infraestructura económica, al mostrar a la economíacomo la que en última instancia determina a las demás, se está asignando a cadanivel un índice de eficacia respectivo.

Apartir de esta determinación en últimainstancia por la economía se pueden establecer los índices de eficacia delos niveles político-jurídico e ideológico. Si bien éstos se encuentrannecesariamente determinados por la eficacia de la base, son determinantes a sumanera: en tanto que determinados por la infraestructura. Esto significa doscosas: que tienen una “autonomía relativa” respecto del nivel económico, y queejercen una “acción de reflujo” sobre esa base que los determina.

Sinembargo, esas relaciones de determinación entre las instancias no sonrelaciones de esencia/ fenómeno. Las determinaciones concretas de un períodohistórico (leyes, religión, costumbres, educación, etc.) no son en Marx lamanifestación o “expresión” de una esencia interior (económica). El edificioque representa la sociedad en el pensamiento marxista es un todo complejo estructurado respecto de unainstancia dominante.

Sehabla de un todo porque no hayindependencia de los distintos niveles sino que todo se sostienerecíprocamente, pero es complejoporque entre las distintas prácticas o instancias se establecen relacionesjerárquicas diferentes; en otras palabras, porque cada una de ellas ocupa unlugar diferente en el sistema de determinación. De este modo, las diferenciasson reales porque no se limitan a ser diferencias de ámbitos de actividad sinoque son diferencias de eficacia: a la base y a la superestructura no lecorresponden partes iguales en esto.

Enel todo marxista, como estructura articulada de diferentes prácticas(económica, jurídico-política e ideológica), las prácticas o instanciassuperestructurales no son la expresión o el simple reflejo de lo que sucede enla base. No hay -excepto para las interpretaciones mecanicistas economicistas-una práctica que sea el centro originario de las restantes. La afirmación deMarx de que la infraestructura económica determina en última instancia a los pisos de la superestructura, no significaque permita explicarlos de manera inmediata.

Desdeuna perspectiva no mecanicista, que reconoce la primacía de las relaciones deproducción sobre las fuerzas productivas, es decir, que pone en el centro lalucha de clases, la determinación en última instancia por la economía significaque son las relaciones sociales que se establecen en el seno de la producción(entre propietarios y no propietarios) las que determinan en última instanciala naturaleza de todas las estructuras de esa formación social: de suorganización jurídica, política, de sus distintas formas de ideología, etc.

En “El Capital” Marx explica que es larelación inmediata de los propietarios de las condiciones de producción con losproductores directos la que permite entender la forma política de la soberanía,la relación de dependencia, o sea, la forma específica del Estado en unaconstrucción social.

Lacategoría de última instancia esfundamental en la fórmula marxista de la determinación económica. Cuando, comohace Weber, se cuestiona el supuesto “monismo causal” del materialismohistórico y se defiende un esquema “plural” en el que no existe determinaciónde la sociedad por un elementodecisivo (económico, político o religioso), se desatiende la importancia deesta categoría. Dice Engels:

“Según la concepción materialista de lahistoria, el factor determinante en la historia es, en últimainstancia, la producción y lareproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos dicho más que esto. Siluego alguien tortura esta proposición para hacerle decir que el factoreconómico es el único determinante, entonces la transforma en una frase vacía,abstracta y absurda”<![if !supportFootnotes]>[13]<![endif]>.

Esdecir, la crítica weberiana no llega a combatir las premisas más fuertes delmaterialismo histórico sino que se enfrenta a un adversario débil: elmecanicismo economicista del marxismo vulgar.

Escierto que Marx, como Durkheim, habla de determinación, pero para él estarelación de determinación es compleja. Si para Durkheim el suicidio dependesiempre de un mismo factor (el grado de integración y regulación de lascorrientes sociales), para Marx es necesario hacer análisis particulares paraentender coyunturas determinadas. Por ejemplo, las transformaciones en el modode producción implicadas en el paso del feudalismo al capitalismo, noprovocaron los mismos cambios políticos en Francia que en Inglaterra (mientrasque en ésta la burguesía hace una alianza con la nobleza y sigue existiendo unamonarquía, en aquella la burguesía asume el control del Estado con un régimenrepublicano).

Perovolvamos a la idea de la determinación en última instancia por las relacionesde producción. La figura de la última instancia, a partir de la cual elmaterialismo histórico piensa el mecanismo de la determinación, proviene delderecho; es una imagen jurídica y significa que hay otras instancias anterioresy que aquella es precisamente la última. Porejemplo, si un conflicto judicial no se resuelve en las instanciascorrespondientes se apela a la última instancia: la Corte Suprema, pero nosiempre es necesaria la intervención de ésta.

En eltodo social marxista, esas otras instancias son los niveles de lasuperestructura jurídico-política e ideológica. Esto quiere decir que las formaspolíticas y jurídicas de la lucha de clases, la práctica ideológica en susmodos teórico, religioso, filosófico, político, estético, etc., tienen unaincidencia importante en las luchas históricas y muchas veces hasta determinansu forma “de manera preponderante”.

Laafirmación materialista de la determinación en última instancia por la economíatiene -explica Althusser- un doble sentido: significa descolocarse en primerlugar respecto de todas las filosofíasidealistas de la historia, y en segundo lugar respecto de la interpretación mecanicista deldeterminismo. Esta interpretación olvida que la infraestructura económica no esla única instancia dentro del tododiferenciado con eficacia sobre las demás. Olvida que las distintas prácticassi bien están determinadas por la práctica económica tienen una autonomía relativa respecto de ella, e incluso la sobredeterminan.

Silas superestructuras no son el simple fenómenode la esencia económica es porqueexisten realmente y determinan a su vez (sobredeterminan) esta base oinfraestructura. La sobredeterminación,como una de las formas básicas de la causalidadestructural, puede definirse como el índice de eficacia de una estructurapolítica o ideológica sobre la estructura económica que lo determina en últimainstancia.

Lasobredeterminación es “el ejemplo por excelencia” de la causalidad estructural.Por ejemplo, en el modo de producción capitalista las relaciones de produccióncapitalistas no pueden ser explicadas sin hacer alusión a las relacionesjurídicas formales que constituyen en sujetos de derecho al comprador yvendedor de la fuerza de trabajo (sujetos libres de intercambiar...). Es decir,las relaciones económicas no pueden ser pensadas haciendo abstracción de suscondiciones superestructurales. Decir esto es decir que toda la superestructuradel todo social se encuentra de esta manera “implicada y presente” en lasrelaciones de producción (lo que no es otra cosa que la presencia de unaestructura en otra estructura). Si se basa en estos principios, entonces, unaexplicación causal marxista, no es “economicista”, ni “monista” ni “unilateral”como a veces se pretende.

Lacontradicción fundamental del MPC (capital-trabajo) es impensable separada delas instancias mismas que gobierna, porque es determinante pero a la vez determinadapor esas otras instancias superestructurales de la formación social, “sobredeterminada en su principio”. Al hacer cualquier análisis concreto deuna situación concreta resalta el hecho de que la contradicción capital-trabajojamás es simple, jamás se presenta en su forma más pura de la abstracción; porel contrario, está siempre especificada(sobredeterminada) por las formas de la superestructura (formas del Estado, dela ideología dominante, de los movimientos políticos, de la religión, etc.) ypor la situación histórica tanto interna como externa.

Elconcepto de “contradicción sobredeterminada” o de “sobredeterminación” no esasimilado por el marxismo más burdo (verdadero blanco de los argumentos deWeber), que se pregunta ¿a qué queda reducido entonces -con la introducción de este concepto- el papeldeterminante de la economía proclamado por el marxismo?

Lanaturaleza de las relaciones de producción es determinante en última instancia,además, porque fija el grado de eficacia delegado a cada uno de los niveles.Althusser y Balibar hacen referencia a textos de Marx en los que se encontraríalo que denominan una “teoría no dicha del desplazamiento de la dominancia”.

En laestructura jerárquica de cada modo de producción hay una instancia a la que lecorresponde el rol “dominante”. Marx decía que en la Edad Media lo que dominabael desarrollo de la vida social no era el modo de producción de la vidamaterial sino la religión (elcatolicismo). Lo mismo para Roma y Atenas, donde reinaba la política. Pero ¿por qué en últimainstancia la economía es determinante? Porque, como dice Marx, las condiciones económicas de entonces sonlas que explican por qué la religión (ideología) en el modo de producciónfeudal, y la política en el modo de producción esclavista desempeñan el papel principal.

¿Cómoes que las relaciones de producción (de propiedad y de posesión) son las quefijan el índice de eficacia de las estructuras política e ideológica en cadamodo de producción?

Lasrelaciones que conforman la estructura de toda producción son de dos tipos:relaciones de propiedad (propiedad económica del objeto y medios de trabajo) yrelaciones de posesión o de apropiación real (control intelectual del procesode trabajo, capacidad de poner en acción los instrumentos de producción). En elmodo de producción feudal, los siervos no siempre eran “propietarios” pero encambio sí “poseedores” de los medios, en tanto que controlaban el proceso. Encambio, en el modo de producción capitalista el obrero está “separado” de losmedios tanto en la “propiedad” como en la “apropiación real”, es decir que, adiferencia del siervo, ya no “conoce” el conjunto del proceso, ha perdido suhabilidad de oficio y es incapaz de llevar a cabo por sí solo el procedimiento.

Sucedeque en el modo feudal -así como en todas las formas en que el trabajador siguesiendo “poseedor”- se precisan razonesextraeconómicas para obligar al trabajador a efectuar el trabajo para elpropietario. En otras palabras, para que sea posible la extracción delplustrabajo es necesario que existan mecanismos muy fuertes de dominaciónideológica o política que aten al siervo al señor feudal. Esto explica que lareligión ocupe en la Edad Media el lugar principal. Pero como vemos, es el modoespecífico de combinación de los elementos en la estructura de la producción, osea las formas que asumen las relaciones de producción (de propiedad y deposesión), las que determinan en última instancia que el nivel ideológico de la superestructura sea dominante en este modo de producción.

En elcapitalismo, donde el trabajador directo es incapaz de organizar la producciónen su totalidad (separación entre trabajo intelectual y trabajo manual), senecesita menos de la intervención de las instancias superestructurales (delEstado) en el espacio económico. Para ilustrar esto podríamos decir que ni laIglesia como Aparato Ideológico del Estado ni el Ejército como Aparatorepresivo son necesarios como presencia permanente “en la puerta” de lasfábricas para mantener la explotación capitalista.

Enotras palabras, lo que se quiere decir es que es la forma específica en que secombinan los distintos elementos de la estructura de la producción (trabajadorinmediato, objeto e instrumentos de producción y propietario) lo que define losdistintos modos de producción: determina la estructura económica y al mismotiempo la estructura política, la forma específica del Estado, etc.

Resumiendo,y para terminar, se dirá que el todo social marxista como “todo complejoestructurado a-dominante” supone una jerarquía de instancias o niveles condiferentes posiciones y grados de eficacia, determinados éstos en últimainstancia por la estructura económica. El modo de producción es la unidadcompleja formada por estas instancias, entre las cuales se establece unadeterminada causalidad estructural. El materialismo histórico o ciencia de lahistoria es la teoría de esta articulación; es la teoría de la unidadsobredeterminada de las las instancias infra y superestructurales y de lasposiciones que ocupan.

Finalmente,contra lo que nos ofrecen Durkheim y Weber, no hay en el marxismo un mecanismotécnico o fórmula operativa para verificar la validez de las explicacionescausales propuestas. Si Durkheim presenta el método de las “variacionesconcomitantes” y Weber el de la “imputación causal”, con los juicios deposibilidad objetiva como herramienta, la teoría y método marxistas carecen deuna “garantía” semejante. La verificación es “interna” a la teoría.

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Conclusión

Lasdiferentes formas de explicación de la sociedad en Durkheim, Weber y Marxremiten –según nuestro análisis- a las diferencias profundas que mantienenestos autores en cuanto al camino o método de conocimiento. En otras palabras,la forma en que se concibe la relación entre la realidad (o el objeto real) yel objeto del conocimiento en cada uno de ellos, o también, qué se consideracomo punto de partida del proceso de conocimiento, constituyen la problemáticamás general en que se inserta la forma de causalidad o determinación de los fenómenossociales.

Comoafirma Franco<![if !supportFootnotes]>[14]<![endif]>, Durkheim,Weber y Marx representan en la sociología tres posiciones “epistemológicas”diferentes: respectivamente, la posición empirista, la construcción empírica dela sociología y la no empirista (conocimiento como producción).

Lasociología de Durkheim representa la posición empirista en la medida en que encuentra su objeto en los datosempíricamente observables.

El objetodistintivo de la sociología son para Durkheim los hechos sociales, que, para eltratamiento científico, tienen el carácter de “cosas” (externas, coactivas,etc.); y la explicación sociológica consiste en relacionar hechos, según elmodelo tradicional de causa/ efecto (causalidad mecánica transitiva). La sociedad parece ser una evidencia a lacual sólo hay que pulirla de algunas nociones falsas o precientíficas. Lo único que puede hacer el sociólogo es aceptar loshechos ya dados, luego ordenarlos, clasificarlos y compararlos.

Lalimitación de esta posición que supone al observador enfrentado a lo “real”,está en que siempre emergen las propias relaciones ideológicas como objeto dela ciencia. Esta impregnación provoca la ideologización consecuente deldiscurso al tomar como relaciones reales a las relaciones ideológicas.

Weberse distingue claramente de Durkheim en la medida en que el objeto esencial noson los hechos observables y dados sino los fenómenos típicos. Lasconstrucciones de la ciencia no son procesos que realmente se dan, no son idénticos a la realidad sino que sonconceptos típico-ideales. A esto se le podría denominar como construcción empírica del objeto, ya queuna identidad típica o tipo ideal se construye en base a la observación deciertos hechos y a la reducción de muchos de sus caracteres a los más regularesy frecuentes. A través del mecanismo de comparación de fenómenos entre sí y dereducción a las características salientes, se construye lo que Weber hadenominado “tipo ideal”. Este tipo va a ser luego contrastado con la realidadempírica a fin de determinar su mayor o menor acercamiento.

Estamediación del tipo ideal es lo que lo distingue a Weber del empirismo radical.Sin embargo, su propia forma de construcción lo acerca a las posicionesempiristas en la medida que se parte de la idea que la realidad empírica, losdatos empíricos, son directamente observables a fin de compararlos yreducirlos.

Másallá de la mediación del tipo ideal, el objeto último del análisis weberianoes, sin lugar a dudas, el objeto real del cual se podría decir que el tipoideal es su modelo o copia teórica. Se vuelve a encontrar aquí laidentificación del objeto real y del objeto de conocimiento, puesto que esteúltimo es el reflejo especular del primero.

Enotras palabras, la construcción de “tipos ideales” no invalida el objetivo“empírico” de base. La prueba es que guarda relación con el criterio de“verificación empírica”, lo que marca una dependencia con un concepto deexperiencia desnuda y con una concepción de los hechos como esencialmente“evidentes”, sólo cubiertos por sus formas concretas de manifestarse y por losvalores del investigador.

Porúltimo, la teoría de Marx, es una teoríano empirista, en tanto tiene como materia prima (punto de partida) unarealidad no empírica sino teórica. “El Capital” no es el resultado de unaobservación cuidadosa de las fábricas de la Inglaterra del siglo XIX, sino quees básicamente el producto de la crítica y de la lectura sintomática de unaideología teórica precisa: la economía política clásica. Su objeto es elconcepto de modo de producción capitalista, un concepto abstracto, un objetoteórico “inexistente”. No tiene una construcción empírica sino una construcciónteórica a través de Hegel y de Ricardo y del socialismo utópico francés. Segúnlas palabras del propio Marx en la Introducción del 57, su punto de partida esuna materia prima ya elaborada: “intuiciones” y “representaciones”. Estosignifica que el trabajo teórico no se aplica sin más a la “realidad”, a la“materia”, sino a una “figura” de ésta, o mejor, a una representación.

Ahorabien, tales figuras o representaciones surgen en un espacio atravesado porrelaciones de producción y de clase y por la división entre campo manual eintelectual. En definitiva, la materia prima del conocimiento científico es unarepresentación articulada a determinadas relaciones de producción y adeterminada configuración del campo intelectual. Es, por tanto, representaciónideológica.

Comola ideología refleja lo que la estructura permite ver, la abstracción teóricacomo método construye el sistema a través del cual se pueden ver los hechos quela ideología impide ver. Así, por ejemplo, Ricardo “ve” la renta, el beneficioy el salario. Esa es la realidad “empírica”. Está a la vista y Ricardosistematiza, generaliza. Marx lee este texto buscando el soporte más simple,más abstracto que dé cuenta de esta realidad “empírica”, y lo encuentra en elconcepto de “plusvalía”. La renta, la ganancia, el salario, el interés son lasformas concretas de realización de laplusvalía. El concepto “teórico” de plusvalía (que no se “ve”) es la“generalización” que explica la renta, el interés, la ganancia, el salario.

Eneste sentido es que puede decirse que las ideas generales sostienen a las ideasfenoménicas o particulares, las explican: lo abstracto explica lo concreto (quesólo es concreto porque es “síntesis de múltiples determinaciones”).

Bien.La teoría marxista se diferencia de las construcciones de Weber y Durkheimporque marca una diferencia entre realidad y conocimiento de la realidad. Y esuna diferencia no empirista en la medida en que ambos órdenes (el orden de loreal y el orden del conocimiento), guardan entre sí una relativa independenciay si bien el orden del conocimiento está determinado por el orden de lo real,entre ambos se establece un paralelismo pero jamás una interposición.

Sibien se ha insistido en que el concepto de modo de producción es el objeto delmaterialismo histórico, es necesario entender que este concepto, inexistente enel orden real en su pureza, está realizado en las formaciones sociales concretasque son el resultado de una combinación compleja de modos. Por lo tanto, elobjeto o mejor dicho el fin último, lo que se intente explicar en últimainstancia, son las formaciones sociales concretas e históricas en donde serealizan estos conceptos teóricos abstractos. Una formación social concreta noes otra cosa que la Inglaterra del siglo XIX o la Argentina del siglo XX. Peroestos “concretos” -como recuerda Marx en la Introducción-no son nunca el punto de partida sino el resultado del análisis, en tanto sonsíntesis de múltiples determinaciones abstractas<![if !supportFootnotes]>[15]<![endif]>.

Loshechos sociales concretos, las instituciones efectivas, etc., son el resultadode la doble articulación del concepto de modos de producción y el deformaciones sociales concretas y en el materialismo histórico ocupan su lugaren el análisis concreto de una situación concreta, o análisis de coyuntura odel “momento actual”. En esta teoría el conocimiento de estos hechos (entreotros el comportamiento del individuo) está al final del camino y es unproducto teórico, no empírico.

Porúltimo, hay que decir que, desde esta lectura de Marx, es imposible lautilización del concepto de “verificación empírica” o “por la práctica” puestoque la práctica o empiria sólo verifica a la ideología que es la sustanciacomún de los hechos sociales. La idea de que las generalidades puedan serconfrontadas con particularidades (la realidad única y no generalizada) a finde verificar su grado de verdad, es una ilusión. Y esto es porque uno nunca seencuentra con particularidades sino siempre ya con productos lingüísticos,culturales o sociales, o sea, con generalidades. El contraste de estasgeneralidades “reales” frente a las teóricas se realiza, entonces, no paraverificar estas últimas sino para garantizarlas,en la misma forma que un contrato jurídico se garantiza con otra firmaadicional.

Sinembargo, puede decirse que el mecanismo de verificación de los conceptos deldiscurso científico existe. No es una verificación “por la práctica” sino unaverificación interna al proceso de conocimiento y que consiste (al igual que enlas Matemáticas, por ejemplo) en desarrollar los conceptos más concretos oparticulares (los conocimientos concretos) en relaciones sistemáticas con losconceptos más abstractos de la teoría. No es otra cosa la relación del conceptode “imperialismo” con el concepto de plusvalía, valor y modo de producción en el cuerpo teórico delmarxismo.

Ensíntesis, conocer -en esta perspectiva- consiste fundamentalmente en reubicarlos datos empíricos dentro del dispositivo teórico abstracto reordenándolos ypor lo tanto resignificándolos para que su función consista en conocer y no enreproducir, para que su efecto sea de conocimiento y no de garantía.

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